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viernes, 24 de enero de 2014

LA CARENCIA


La Carencia es un proyecto familiar sin pretensiones y con mucha ilusión. 
Se trata de una colección de piezas cerámicas (loza) elaboradas por un alfarero, siguiendo las técnicas más antiguas y tradicionales.
Las piezas recuerdan a las  de “toda la vida”, tienen esa cotidianidad y sencillez de “lo de siempre”. Son las típicas que uno/a encuentra en la cocina de una alquería o masía, esas cocinas con obrador de mármol, cortinillas de cuadros y cazuelas de cobre.

                   

                            

                           

                                   
















 El proceso de elaboración es el básico para este tipo de alfarería, fundamentalmente hay dos etapas, una primera, la del modelado, utilizando el torno de alfarero y la destreza de las manos. Una vez modelada la pieza y decorada, se deja secar a temperatura ambiente y a continuación se cuece a 830 grados, proceso conocido como biscuit o bizcochado.
Posteriormente, cuando ya está cocida y fría, se pasa a la etapa del barnizado o esmaltado, en este caso en concreto, siempre hemos elegido los múltiples tonos del blanco (blanco puro, roto, beige, marfil, etc.). Una vez barnizada, volvemos a cocer la pieza, en esta ocasión a 980 grados.

Los pinceles son las espigas en que florece el arte. R. Gómez de la Serna (Greguerías)

 Como habéis visto, se requieren unos conocimientos muy técnicos, aunque si os fijáis, cada una de las piezas es diferente e irrepetible, en conjunto, se trata de un proceso totalmente artesanal.



        Todo eso de “producción en serie”, “trabajo en cadena”, “cumplir objetivos” y demás… no tiene cabida en esta idea. Hablamos de un concepto diferente, hacer algo que nos gusta y como nos gusta, pensando solamente en disfrutar y en crear algo sencillamente “bonito”.

“Las cosas en serie son el nuevo fetichismo humano” R. Gómez de la Serna. Greguerías.
                           







martes, 14 de enero de 2014

Adoro lo antiguo


          Sí, adoro lo antiguo, se nota en mis diseños y materiales.  A veces pienso que en exceso. No lo puedo evitar, cualquier objeto que tenga más de 50 años... me llama. Es algo insuperable, se podría decir que roza casi la obsesión. Y es que no se trata sólo de telas, cintas, plumas  y botones, se trata de... un poco de todo.


     

      


Ciertas personas (que me rodean y que no dudo me quieren) dicen que no es normal, que siempre voy a lo que está hecho polvo, roto o desvencijado, y lo peor... es que es verdad. Basta que una mesa cojeé y una silla renqueé, para que me guste más.  
Rastro de Madrid.
                                                   
Objetos que  tienen “la vida vivida”. Que le voy a hacer, es superior a mí.
Editorial años 50
Por no hablar de  la "hechura" (me encanta esa palabra),  las técnicas, los materiales, las herramientas utilizadas,  hoy el ritmo es tan diferente, no se puede comparar.
                                   
                                    
Así que te podrás imaginar mi emoción,  cuando la dueña de una antigua sombrerería de Madrid, hoy en día cerrada, me dijo: pasa, entra, abre puertas y armarios, escoge....
                                                  

Si bien es cierto que actualmente asistimos a la extenuación de lo “retro”, lo “vintage” (empieza ya a cansarme el uso y abuso de esa palabra), en fin, eso de que todo lo antiguo sirve,  o aquello que parece antiguo y no lo es. 
Se lleva la melancolía, solo con hacer un rápido barrido por las series de televisión lo comprobaremos (algunas bastante más acertadas que otras), y lo de que cualquier tiempo pasado fue mejor…siempre esta en boga. 
Por mi parte, escojo los “revivals”, las revisiones de otras épocas, de otras modas, pero siempre desde una óptica actual, mirar de reojo hacia el pasado pero con las manos en el presente.  En resumen, utilizar una tela antigua, una cinta de ayer, un botón de antes de ayer y un diseño de hoy, eso sí me va.



...siempre nos quedará Paris.